Las probabilidades de transmitir una infección al bebé a través de la leche materna son realmente mínimas, pero es cierto que ante determinadas enfermedades infecciosas graves que pueda padecer la madre, por precaución, siempre es preferible optar por la lactancia artificial y por las leches de continuidad adaptadas a cada etapa de desarrollo del pequeño para evitar, así, cualquier riesgo de contagio.
Hay que dejar claro que por una gripe o un catarro, por una infección de garganta u oídos o por una grastroenteritis no tienes que dejar de amamantar al bebé, salvo que así te lo indique el médico. La leche materna no solo proporciona nutrientes al pequeño, sino además, defensas que le protegen de infecciones habituales como las señaladas.
Si, por ejemplo, estás constipada, seguramente el virus de la gripe ande atacando a todos los miembros de la familia, incluido el bebé. En este caso, lo mejor que puedes hacer es continuar con la lactancia para, a través de tu leche, proporcionarle los anticuerpos que él necesita y que tu organismo ya está creando para defenderse de la infección. La leche materna es la mejor protección para el bebé.
¿Qué infecciones pueden transmitirse por la leche materna?
Son pocas las infecciones que se pueden transmitir al bebé por la leche materna, pero el riesgo existe. Hay algunas enfermedades que se cree que pueden llegar al pequeño a través de lactancia materna. Sobre algunas de ellas no existe unanimidad entre los expertos porque, en ocasiones, los estudios sobre este tema continúan. Aunque cada caso es diferente y siempre ha de prevalecer el consejo médico, entre los virus que se considera que pueden transmitirse a través de la leche materna se encuentran: el VIH (causante del Sida), el virus de la Leucemia Humana de células T y el mortífero Ébola virus.
En cualquier caso, ante tus dudas sobre las enfermedades incompatibles con la lactancia o una patología infecciosa que requiera tratamiento farmacológico la consulta con el médico es imprescindible.
