Durante los primeros meses de vida del bebé, la propia inmadurez de su sistema digestivo hace que la presencia de gases en exceso sea un problema bastante común, tanto en los niños que se alimentan con leche materna como en aquellos que lo hacen con leche artifical. De hecho, muchos bebés tienen gases y no pueden dormir, algo que puede ser una situación desesperante.
Los gases en los bebés son muy molestos e incluso dolorosos para un pequeño que es incapaz de expulsarlos, por lo que, el primer síntoma de gases en el bebé es que se muestra incómodo e irritable. Si tu hijo llora sin encontrar consuelo durante un buen rato y sin motivo aparente puede que esté sufriendo un episodio de gases. Fíjate si esto ocurre especialmente transcurridas media hora o una hora tras la toma, ya que podría ser inicio de los conocidos como cólicos del lactante. En el proceso de la digestión, los gases se forman en el estómago del bebé, empiezan a acumularse y comienzan esos retortijones que no le dejan descansar. El llanto nocturno persistente puede ser otra señal clara de que los gases le están provocando dolor.
Síntomas frecuentes de gases en los bebés
Además de la evidente irritabilidad, la distensión abdominal es otro síntoma claro de que los gases están haciendo estragos en el bebé. Si tu hijo o hija tiene la barriguita hinchada, es más que probable que los esté padeciendo.
Fíjate en el lenguaje corporal del niño para saber si el bebé tiene gases y no puede expulsarlos por sí mismo. Cuando los gases molestan y duelen, los bebés, sobre todo los de más de tres – cuatro meses, están inquietos, no paran de moverse. Es normal que estiren y encojan las piernas e incluso que arqueen la espalda. Están intentando expulsarlos y buscando una postura en la que encontrar alivio. En ocasiones, los gases son tan evidentes que si acercas tu oído a su estómago podrás notarlos e identificarlos sin ninguna duda. Masajear suavemente la barriga del pequeño con la palma de tu mano en el sentido de las agujas del reloj es algo que puedes hacer para aliviar los gases del bebé, poco a poco.
